VIERNES SANTO 2014, PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
Dios puso en la Cruz de Jesús todo el peso de nuestros pecados,
todas las injusticias perpetradas por cada Caín contra su hermano, toda la
amargura de la traición de Judas y de Pedro, toda la vanidad de los prepotentes, toda la arrogancia de los falsos amigos. Era una Cruz pesada, como la noche de
las personas abandonadas, pesada como la muerte de las personas queridas,
pesada porque resume toda la fealdad del mal. Sin embargo, es también una Cruz
gloriosa como el alba de una larga noche, porque representa en todo el amor de
Dios que es más grande que nuestras iniquidades y nuestras traiciones. En la
Cruz vemos la monstruosidad del hombre, cuando se deja guiar por el mal; pero
vemos también la inmensidad de la misericordia de Dios que no nos trata según
nuestros pecados, sino según su misericordia.
Ante la Cruz de Jesús, vemos casi hasta tocar con las manos la
medida en la que somos amados eternamente; ante la Cruz nos sentimos «hijos» y
no «cosas» u «objetos», como afirmaba san Gregorio Nacianceno
dirigiéndose a Cristo con esta oración:
«Si no existieras Tú, mi Cristo, me
sentiría criatura acabada. He nacido y me siento desvanecer. Como, duermo,
descanso y camino, me enfermo y me curo. Me asaltan innumerables ansias y
tormentos, gozo del sol y de cuanto fructifica la tierra. Después muero y la
carne se convierte en polvo como la de los animales, que no tienen pecados.
Pero yo, ¿qué tengo más que ellos? Nada sino Dios. Si no existieras Tú, oh
Cristo mío, me sentiría criatura acabada. Oh Jesús nuestro, guíanos desde la
Cruz a la resurrección, y enséñanos que el mal no tendrá la última palabra,
sino el amor, la misericordia y el perdón. Oh Cristo, ayúdanos a exclamar
nuevamente: “Ayer estaba crucificado con Cristo, hoy soy glorificado con Él.
Ayer estaba muerto con Él, hoy estoy vivo con Él. Ayer estaba sepultado con Él,
hoy he resucitado con Él”».
Por último, todos juntos, recordemos a los enfermos, recordemos a
todas las personas abandonadas bajo el peso de la Cruz, a fin de que encuentren
en la prueba de la Cruz la fuerza de la esperanza, de la esperanza de la
resurrección y del amor de Dios.